Expediente Warren

Últimamente el cine de terror está enclaustrado en un sinfín de barbaridades, de irregularidades narrativas y de tópicos que siguen demostrando que es complicado sorprender a día de hoy a la crítica en general, más en un género tan exitoso y dada al aplauso fácil como es el del fantástico-terror, más si lo vemos desde un punto de vista de a pie, el del público en general, el de las grandes masas. Uno de los últimos directores que causa bastante buena impresión en todos los aspectos es James Wan, que se dio a conocer con la fresca y arrebatadora Saw, aunque para ser más concretos, el director ya hizo un corto donde se sentaban las bases narrativas de su fuerza a la hora de hacer cine—no entro a valorar sus dos primeros proyectos australianos–. James Wan cumple y sabemos de que al menos vamos a ver algo potable. Y en este caso, Expediente Warren: The Conjuring, no es una excepción.

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James Wan logra transmitir terror de una manera elegante, muy cuidada, sin entrar en los formalismos de la visceralidad patente del género. El género de terror lleva implícito esa visceralidad, pero Wan es capaz de separarnos de ello y dejar de lado el mensaje, quiere ver cómo logra enredarnos en una envoltura donde la forma, la estructura en sí, cobra mucho más sentido e importancia que el contenido. Y eso es muy complicado de hacer. Nos encontramos en este caso con los clichés típicos de una película de horror, de posesiones, de investigadores que llevan un caso particular y tienen que resolverlo; una familia con problemas y algunos tintes religiosos de por medio, como no podía ser de otra manera. La película se salva, es más, logra el notable, gracias a la labor interpretativa de los personajes—impresionante Lili Taylor y Vera Farmiga—y a cómo logra encajar todo Wan ayudado de su astucia para crear un ambiente terrorífico y dirigir de manera tan sutil y nada, pero que nada tramposo. Además, la utilización de la fotografía y el sonido hace que la obra roce el sobresaliente. Una cinta de terror a la vieja usanza, sin alardes, nada innovadora, pero intrigantemente bien rodada y muy elegante en la forma.

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